miércoles, 22 de diciembre de 2010

Joshua Bell






es uno de los grandes violinistas actuales y no hace mucho protagonizo una anécdota realmente curiosa que más adelante contaré.

Bell resultó ser un niño prodigio de este difícil instrumento que es el violin, con el que ya daba conciertos a la temprana edad de siete años y que tras pasar por la prestigiosa Julliard School de Nueva York, logró actuar como solista con tan solo 14 años bajo la dirección de Ricardo Muti, uno de los mejores directores de orquesta del mundo. Su violin es un stradivarius de 1713, llamado "Gibson ex Huberman" por haber pertenecido con anterioridad al gran violinista Bronislaw Huberman. !Los violines cuando son tan buenos también tienen nombre y se les dice de usted! No le costó caro, "sólo" 3'5 millones de dólares. Y es que las herramientas de trabajo de estos muchachos, a esos niveles, salen un tanto caras. Los espectadores quieren que los intérpretes sean la repera, pero también esperan poder decir que escucharon la excelencia de un inimitable Stradivarius, de un Amati o de un Guarnieri; todos fabulosos violines que curiosamente nacen de los luthiers de una misma ciudad, Cremona. Asi, a una primera figura del violin no le queda otra que comprarlos por caros que sean, o tener un golpe de suerte y que les sean cedidos por instituciones para que sigan dándoles vida (y no se estropeen con el desuso). Joshua Bell fue quien interpretó la banda sonora del "El violín rojo" por la que se llevó un Oscar a la mejor banda sonora






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