Lacourt (25 años, dos metros, 85 kilos) comenzó a asomar con fuerza su cabeza en las piscinas de Francia en 2005, año en el que logró el bronce en los 50 y 100 espalda en los Campeonatos Nacionales de piscina olímpica. En 2006 rompió su relación con su entrenador de siempre y se marchó a entrenar a Canet-en-Rousillon junto a la célebre Laure Manadou.
En 2006 fue segundo de Francia en 50 y cuarto en 100, pero un año después ya logró subir al primer peldaño del podio. Con 23 años, afrontaba 2008, el de los Juegos Olímpicos de Pekín, con ganas de dar el salto a la competición internacional en piscina olímpica. Pero un inoportuno herpes en los campeonatos nacionales que servían de clasificación para la cita olímpica le apartó de la competición.
Entonces, se cambió a la escuela de Marsella de nadadores, y dio un salto en su carrera. Los mundiales del poliuretano, los de Roma 2009, suponían su primera gran oportunidad en un torneo internacional en piscina olímpica, y finalizó en quinta plaza en los 50 metros espalda. Pero Lacourt aguardaba al fin de la era de la máquina, de la ciencia, de la tecnología. La FINA desterró en enero cualquer atisbo de poliuretano, y ha sido en este momento en el que ha emergido del agua este joven francés.
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